En la trastienda de la Guerra
Marcus sabía que yo no aprobaba la sangre derramada, ni el desbarajuste de las guerras lusitánicas y celtibéricas de los romanos en España. En la mentalidad de los conquistadores el asentamiento de los romanos en Hispania era una ocasión única para unificar las formas de gobierno, el idioma, la administración, la moneda, cambiar hacia unas formas de vidas más civilizadas, abrirse al exterior. Esto era comprensible, aunque también muy discutible. Los gobernadores que Roma manda a las provincias de la Hispania Citerior o a la Ulterior llegan con poderes ilimitados del senado y abusan de su autoridad a discreción. El mando militar lo usan, indistintamente, para defender los territorios o declarar la guerra. Raras veces el senado de Roma condenó los abusos de sus gobernadores en Hispania. Había una multitud de situaciones diferentes en las ciudades conquistadas: las aliadas, las libres, los municipios, las colonias, las estipendiarias. Abgena era simplemente una villa, una explotación agraria que no tenía que pagar los impuestos de población.
Las guerras estaban produciendo importantes variaciones en la posesión de las fincas. Los que no ayudaban al ejército romano eran desposeídos de sus propiedades y podrían ser condenados a esclavitud, para trabajar en los campos en las minas o remando en las galeras. La posibilidad de conseguir tierras a buen precio o de emplear el dinero en las explotaciones mineras atrajo la atención de numerosos inversores romanos, quienes habían acumulado dinero por los negocios o como publicani. En esta parte de la Baetica, donde se halla Abgena hemos continuado con las explotaciones de los árboles frutales, ganado, y sobretodo con el aceite, el vino y el trigo. El tener lejos los yacimientos de mineral de cobre ha supuesto un alivio nosotros, porque es un trabajo muy conflictivo, ya que una parte importante de los mineros son esclavos de guerra, por deudas o vendidos por sus padres cuando no los pueden mantener. No me gustaría por nada del mundo ser capataz de una explotación minera.
Aunque en Abgena hay explotaciones más pequeñas, en la villa de la que soy capataz nos movemos con personal fijo y obreros temporeros para la recogida de las cosechas de trigo, cebada, uva y aceite. La hacienda dispone de un señorío para cuando el dueño de la hacienda, que vive en Hispalis, nos visita; tiene también cuadras, herrería, prensa de aceite y lagar. Mis dos hijos varones y mi mujer trabajan como personal fijo en la explotación. Cada dos meses visito al señor de la villa y le informo de las faenas que se han hecho y de las que conviene hacer, así como de las ventas de los productos que hayamos realizado en este periodo de tiempo. Salvo alguna pequeña reserva para emergencias que puedan presentarse, procuramos que toda la producción se venda en el año.
Romanos contra Romanos
Marcus, el liberto de los Ulpius de Itálica, me contó un día que la peor etapa de la república romana fueron las guerras civiles entre los partidarios populares del general Mario y los partidarios aristócratas de Sila. Durante veinte años se persiguieron encarnizadamente en todos los territorios de la república romana que para comienzos del siglo I a.c. ocupaba todas las orillas del Mar Interior y alcanzaban las tierras hasta los ríos Rin y Danubio. Hispania, por sus condiciones de tierra de inmigración para muchos romanos, sus riquezas y otros atractivos fue un lugar ensangrentado por la lucha civil de romanos contra romanos. A la muerte de Mario continuó la lucha su lugarteniente Sertorio, declarado en rebeldía contra la dictadura de Sila. Y cuando éste desapareció, Gneus Pompeius asumió la defensa de los aristócratas , aunque no tardaría en salirle un competidor en la persona de Caius Julius Caesar que seguía la misma línea de Mario y Sertorio. De esta manera Hispania quedó dividida en una prolongada guerra civil, en la que la provincia ulterior apoyaba a Caesar y la citerior a Pompeius y a sus hijos. La mayor parte de las batallas se llevaron a cabo en territorio de Hispania. La guerra civil entre Caesar y los hijos de Pompeius fue muy dura para nosotros, porque todos los enfrentamientos se dieron el valle del río Baetis. Todos los jefes pompeyanos fueron muertos, las ciudades rebeldes perdieron sus campos donde fueron instalados partidarios de Caesar, y aquellas que les fueron fieles, aunque a medias como fue el caso de Hispalis, Caius Julius Caesar le concedió el estatuto de colonia . En adelante Hispalis sería conocida como Colonia Julia Romula. Ni ellos se lo creían.
Caesar impulsó fuertemente la colonización de Hispania. Muchas ciudades recibieron el estatuto de municipio que les confería una situación de autogobierno que antes no tenían: Callet, Gades, Ilipa, Lucurgentum, Osset, de las más cercanas de estos alrededores.
Bibliografía y documentación
- Manga, J.: Hispania romana. En Historia de España, dirigida por Tuñón de Lara.
- Blanco Freijeiro, A: Historia de Sevilla. La ciudad antigua. 1984
- Varios: Textos y documentos de historia antigua, media y moderna de España. En Historia de España, dirigida por Tuñón de Lara. 1984
- Ulterior: Hispania Citerior (la España de acá) es la que está más próxima a Roma y se corresponde con todo el Levante. La Hispania ulterior (la parte de allá) se corresponde con Andalucía y Castilla.
- Estipendiarias: Las ciudades estipendiarias eran las que tenían que pagar un tributo de guerra por no haber ayudado al ejército romano en la conquista del territorio.
- Hispalis: Sevilla. Desde Caius J. Caesar fue conocida como Colonia Romula.
- Inversores: negotiatores.
- Publicano: arrendador del cobro de los impuesto. El estado romano no tenía un cuerpo de cobradores de impuesto. Los alquilaba por un montante a compañías de publicanos.
- Batallas: Las operaciones militares de la guerra civil entre Caesar y Pompeyo han quedado reflejada en la obra de Caesar "De bello civile".
- Callet, Gades, Ilipa, Lucurgentum, Osset: Por orden, El Coronil, Cádiz, Alcalá del río, Morón de la Frontera, Triana/San Juan.